¿quien crees que eres?

Continuando con el tema de mi entrada anterior de hace ya unas semanas, sigo indagando en el poder de las creencias sobre quién soy. Hay una frase en el libro de Enrique Martínez Lozano (Psicología transpersonal para la vida cotidiana), que me resulta profundamente impactante: “Vivimos de acuerdo a lo que creemos que somos”. La frase continúa, pero estas palabras sólo ya me llegan poderosamente y me detengo en ellas para asimilar todo su significado. Hay algo en la simpleza de esta frase que me lleva un paso más adelante en la desidentificación de todo lo que creo ser.

Comenzando el proceso de cuestionamiento, ¿es cierto que vivimos de acuerdo a lo que creemos que somos? Me vienen todo tipo de ejemplos: respecto al autovalor, actuaré según el valor que me otorgue; respecto a la autoimagen, me comportaré de manera que proyecte siempre aquello que me parece coherente con la imagen que quiero dar; respecto a la autoconfianza, llegaré tan lejos o tan alto como la confianza que haya sido capaz de construirme; si creo que necesito, viviré en la necesidad; si creo que me falta, viviré mirando lo que no hay; si creo que me han abandonado, viviré la vida de quien fue abandonada; si creo que no me lo merezco, ni siquiera lo esperaré; si creo que estoy atrapada, no hay salida; si creo que el mundo es un asco, viviré desde la repugnancia; si creo que no puedo más, que he llegado a mi límite, chocaré contra el muro infranqueable de la impotencia.

Lo cierto es que las creencias se deslizan sigilosas y profundas debajo de todo lo que hacemos y decimos, y lo que no, hasta que llega el punto en el que no somos capaces de separar las creencias de la verdad, porque las convertimos en ella. En cambio, lejos de ser la verdad, las creencias son, siempre y sin excepciones, la distancia que ponemos entre yo y la verdad. Cuantas más creencias forjemos y acumulemos, más nos distanciamos de la verdad. ¿De qué verdad hablo? De la verdad verdadera de quién y qué soy. La verdad infragmentable que siempre es.

Es importante por tanto comenzar a indagar las creencias, sobre todo aquellas que están en la base de la identidad que llevamos con nosotros allá donde vamos. ¿Quién sería yo si no creyera que soy lo que creo ser?  Para empezar, sería libre. Libre de mi identidad encajonada en las 4 paredes de mis creencias. Puede resultar aterrador porque suena a no saber quién soy, pero realmente no lo sabemos, por lo que ¿no es mejor asumirlo y permitirnos vivirlo desde la libertad?

La vida que vives es sólo una opción de entre un número ilimitado de opciones existentes. De hecho, es la opción que tú has elegido, en su mayor parte, de manera inconsciente. Si te gusta, enhorabuena, disfruta cada minuto. Si no te gusta ¿qué estás haciendo? no estarás esperando al futuro cuando todo se arregle, ¿verdad? El futuro no existe. El pasado tampoco. Existe lo que creo que soy ahora y quien realmente soy. Sepáralos y te experimentarás libre.

La frase completa de Martínez Lozano es así: “Vivimos de acuerdo a lo que creemos que somos, y mientras no crezcamos en comprensión, seguiremos esclavos de esa creencia”. Las creencias nos esclavizan, y la salida de las creencias es la comprensión, que siempre requiere una mirada más amplia y más alejada del punto de vista personal. Cuanto más amplia la mirada, más se aleja de este ridículamente diminuto punto de vista personal que cree ser el centro del universo. La comprensión es aquella luz que cuando se enciende ilumina espacios que habían estado a oscuras hasta el momento. Crecer en comprensión de lo que somos, de quién somos realmente, integrando y transcendiendo al personaje que hemos construido, muchas veces basándonos en lo que nos han contado que somos, o lo que nos han dicho que deberíamos ser, es ampliar nuestra experiencia de vida humana y honrar todo aquello que realmente somos. La mayoría de las personas nos vivimos sólo parcialmente, ¿no tiene sentido, ya que estamos aquí, vivir plenamente lo que ya somos? No hay que esperar, no hay que esforzarse, no hay que conseguir. Ya soy lo que soy, basta con eliminar lo que no soy. Y la mayoría de las veces, lo que creo que soy es precisamente lo que no soy. Parece un juego de palabras, ¡pero tiene tanto sentido! No dejes que tu mente entre a analizarlo, porque es ahí donde nos perdemos de nuevo. Y perdidos ya estamos, se trata de encontrarnos, por fin.

¡GRACIAS POR TU TIEMPO!

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feliz año nuevo