AHORA ES NOCHEBUENA

Hoy es Nochebuena, mi mente me ha traído ese dato en cuanto he abierto los ojos al despertarme. E inmediatamente se ha descargado todo el contenido de recuerdos, tradiciones y hábitos, expectativas y deseos asociados a esta fecha. Es difícil que no ocurra tal cosa. La descarga de archivos de memorias en Nochebuena y Navidad es espectacular, y todos ellos contienen un tinte emocional que automáticamente juzgamos de bueno o malo. Buenos recuerdos o malos recuerdos, buenas o malas sensaciones, buenas o malas perspectivas. Con todo ello muy probablemente antes de sacar un pie de debajo de la manta y apoyarlo en el suelo, la mente ya ha construido una idea de lo que este día va a traer, dejando poco o ningún espacio para la experiencia.

Estas fechas tienen el poder que ninguna otra tiene de retrotraernos a la infancia. Parece inevitable relacionar la Navidad con la época de la vida de inocencia e ingenuidad en que los milagros están a la vuelta de cualquier esquina, y todo es estimulante y sorprendente. Y como adultos, año tras año, en algún lugar de nuestra mente y cuerpo volvemos a conectar con esa ingenuidad, sin ser muy conscientes de ello, y dándole la espalda casi de inmediato, atrapados por un miedo inexplicable de caer en sus redes y olvidar que somos adultos, racionales y sabemos que los milagros no existen.

Es una oportunidad perdida de reconocer de nuevo en nosotros al niño o a la niña que sigue ahí con la capacidad de juego y asombro intactas a pesar del paso del tiempo, y buscando la rendija por la que salir y expresarse. Dejemos que lo haga y simplemente experimentemos qué ocurre. Si podemos no traer al día de hoy el peso de la Navidad pasada, ni la incertidumbre de la Navidad futura, solo queda la Navidad del presente que, como todo presente, es puro y total descubrimiento.

Parece que las circunstancias de vida que nos envuelven son determinantes de cualquier experiencia, ya sea en Navidad o fuera de ella, y es cierto que hay situaciones de mucho dolor que dificultan enormemente entregarse a la ingenuidad infantil de la celebración navideña, en el formato que sea. Estas fechas tienen el poder de magnificar la pérdida y los problemas, en un entorno en que hemos convertido la Navidad en un plublireportaje de felicidad y amor. Si no encajamos en la idea que entre todos hemos creado de lo que debería ser la celebración de la Navidad, la tristeza y el sufrimiento son casi inevitables. Lo recuerdo bien.

Muchas personas sólo quieren atravesar estas fiestas y que pasen lo antes posible para poder volver a su “vida normal”. Esa vida en que me resulta fácil huir de mis fantasmas manteniendo la apariencia de que todo está bien. Esa vida en que no necesito mirar aquello que me incomoda y en la que no se hacen tan evidentes mis carencias y mis anhelos.

Porque La Navidad es como un despertador que nos marca la hora emocional y cronológica y nos hace despertar de ese sueño de normalidad en que ocultamos el sufrimiento diario y la frustración por no ser quien sabemos ser ni estar donde queremos estar. Que esta Navidad sea el tiempo en que nos dejamos despertar por el sonido de sus campanas, la miramos directamente y escuchamos sus historias sobre navidades pasadas y futuras, tomando consciencia de que soy yo quien toca las campanas y cuento mi propia historia.

Independientemente de todo lo que esta cultura moderna ha creado alrededor de la Navidad, no olvidemos que en esencia estamos celebrando la fecha simbólica del nacimiento de una persona iluminada que hace ya 2.000 años vino a traernos la buena nueva: el reino de los cielos está dentro de ti. No está en otro lugar, ni en otro momento, ni en la entrega de otra persona, ni después de la muerte. Está dentro de ti, allí donde estás, y es aquí y ahora el único lugar en el que puedes estar. En Navidad celebramos el ahora, momento sin tiempo ni duración, sin juicio, libre, pleno de oportunidad. Recuperemos toda nuestra ingenuidad y asombro infantil para vivir el único momento en el que el final y el comienzo de todas las cosas se fusionan misteriosa y magistralmente.

¡Feliz ahora!

¡GRACIAS POR TU TIEMPO!

Anterior
Anterior

feliz año nuevo

Siguiente
Siguiente

Sobre la meditacion