¿Donde está tu atención?

Conocerme, atenderme, sentirme, acogerme, no suelen ser tareas que apuntamos en la agenda semanal. ¿A alguien se le ocurre reservar un rato cada día para enfocar la atención en sí mismo, en sí misma, sin más propósito que el de hacerlo? Suele ser más bien al contrario. De manera inconsciente en la mayoría de los casos, nos aseguramos de que el día esté lleno de ocupaciones, compromisos, obligaciones, tareas, que llenen cada instante y así camuflar el enorme vacío que nos invoca el momento presente. Y cuando todo falla, siempre nos queda el móvil, fuente inagotable de todas las formas imaginables de evasión. ¿Te has dado cuenta de que te estás evadiendo? ¿Te has preguntado de qué te evades? ¿Conoces tus mecanismos de evasión inconscientes? ¿Y los conscientes?

Lo cierto es que se puede ser perfectamente feliz así ¿dónde está el problema? Si funciona, ¿para qué tocarlo? Yo no lo haría. De hecho, yo no lo hacía. A las personas felices lo único que puede arruinarles su felicidad es no ser conscientes de ella. Seguramente escribiré sobre esto en algún momento futuro: la felicidad inconsciente, cómo ser feliz y no saberlo.

Mientras persigues tu agenda, ¿dónde está tu atención? Si te paras a observar, en este momento a través del recuerdo, comprobarás que en esa carrera o acumulación de tareas y obligaciones, tu mente rara vez está en lo que está, sino probablemente en lo que viene después, o en lo que deberías estar haciendo en lugar de lo que haces, o en cómo lo que tú crees que debería ser de un modo es de otro, y eso no te gusta, o en lo que hacen o no hacen otros, incluso en lo que deberían estar haciendo o no haciendo. Por poner sólo unos pocos ejemplos de todo lo que puede estar captando tu atención mientras te preparas para el día por la mañana, desayunas, te duchas, cocinas, recoges, vas al trabajo, a la compra, a una reunión, a clase, a por los niños, e incluso en tus momentos de desconexión, cuando te sientas en el sofá por la noche, o estás con tu pareja o amigos. La pregunta siempre es la misma: ¿dónde está tu atención?

Esta manera de vivir la vida en la mayoría de los casos suele tener como consecuencia distintos niveles de frustración, ansiedad, estrés, insatisfacción, pesimismo, tristeza, incluso sufrimiento, malhumor, ira, resentimiento, culpa, sensación de fracaso, depresión,… que prolongados en el tiempo pueden llevarnos además al agotamiento, insomnio, hipertensión, problemas cardiacos, sobrepeso, adicciones, y en fin, dolencias y enfermedades de todo tipo. Lo extraño es que lo sabemos, pero de algún modo elegimos vivir esta vida humana de espaldas a todo ello, tal vez esperando que no nos toque, mientras nos contamos historias sobre la imposibilidad del cambio y la necesidad de resignarse porque la vida es así.

Con todo ello creamos una identidad para nosotros mismos y nos apegamos a ella como si de ella dependiera nuestra vida. En realidad, no es así. Somos seres libres atrapados en la idea de estar atrapados por la vida. Desde ahí no hay salida. Las evidencias que podemos mostrar para justificar que la vida es así, y no de otra forma, son tan inagotables como nuestra lista de tareas en la agenda semanal. En algún momento del pasado, hace muchos, muchos años, tomamos la decisión de no atendernos, pero hemos olvidado que lo hicimos y por tanto no nos damos cuenta de que podemos decidir de nuevo. Esta es una de aquellas cosas que no vemos, sólo porque no miramos.

¿Qué estás mirando? ¿Dónde pones tu atención? ¿quién eres cuando miras? Este es el lugar en el que comienza la aventura de la autoindagación. Aquí empiezan a surgir las preguntas mágicas, las preguntas de poder. Las llaman así porque son aquellas que te van a permitir recuperar el poder sobre tu vida, que en algún momento entregaste, y que ahora vuelve a ti, como quien retorna a casa después de un largo viaje, y aunque todo es igual, todo ha cambiado, y lo vuelve a mirar y lo ve como si fuera la primera vez.

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