LA MAGIA DE ESCUCHAR

Este fin de semana estoy haciendo un retiro de meditación con un grupo grande de personas. Hay un ejercicio que hacemos a menudo y que me encanta, que es escuchar. Así de simple. Una persona habla y las otras escuchan. Se hace en grupos pequeños, de 4 a 6 personas. Son grupos aleatorios, nunca se sabe con quién te va a tocar, y siempre te toca con las personas perfectas. Es parte de la magia del universo, y nadie se sorprende ya de ello.

La experiencia de escuchar a estas 5 personas, e incluso a mí misma, es difícil de expresar en palabras. Cuando se crea un espacio de total confianza, que seguramente es mucho más fácil entre personas que no tienen un vínculo ni relación más allá del ejercicio, lo que emerge en ese espacio es imprevisible y poderoso. Para quien habla y para quien escucha. No hay discursos preparados, ni temas determinados, es simplemente empezar a hablar y ver qué sale. Igual que escuchar y ver qué surge en esa escucha.

Lo primero que veo, y siento, es la sutileza de la fragilidad de nuestro personaje. Vienen a la cabeza las ideas automáticas de qué voy a decir, qué van a pensar, cómo me van a juzgar. Ahí está toda nuestra autoimagen puesta en evidencia, como ocurre cada día a cada momento. Eso es lo primero que hay que soltar. En este espacio experimental de seguridad casi absoluta creado en el ejercicio, es fácil soltar el autoconcepto y tirarse a la piscina desnuda de autoimagen, pero en la vida del día a día no es habitual sentir ese espacio de seguridad, y nos arropamos con la idea de mí misma como si estuviéramos en una ventisca en Siberia.

Disfruté el ejercicio intensamente. Porque cuando un alma se desnuda y se muestra, sientes que te recorren escalofríos por el cuerpo. Tal vez porque eso es lo que realmente anhelamos todos, desnudar el alma, liberarla de las cadenas del ego torturador, en forma de mente humana. Desnudar el alma no es contar los secretos más íntimos, ni mostrar debilidades, ni llorar, ni confesarse. Es algo mucho más pacífico que todo eso, mucho más simple, mucho menos sensacionalista. Es entregarse a lo que emana del momento sin pensar por qué ni para qué.

Hay algo sagrado en escuchar al alma de otra persona, y así lo sentí. Es como si el universo entero estuviera desvelándose ante mí, y yo me desvelara con él. En ese momento puedes vivir la experiencia de ser quien habla y quien escucha al mismo tiempo, porque todo lo que dice la otra persona, es parte de ti también. Si no, no podrías comprenderlo. Es ese encuentro del que hablaba en la divina soledad, en el que te haces consciente de la unidad que somos y compartimos.

Cuando empecé a hablar, no sabía lo que iba a decir. No es fácil saber que tienes 6 minutos para hablar e ignorar el impulso de preparar el discurso. Pero si lo haces, el ejercicio deja de tener sentido, para los demás y para una misma. Me ha pasado muchas veces empezar a hablar y sorprenderme de lo que me escucho decir. Cuando el discurso no está guiado por el propósito de explicar o comunicar algo específico, o de conseguir que las otras personas “entiendan” lo que tú estás diciendo (cosa que, por otro lado, es imposible), lo que emerge es sorprendente e iluminador. Es como si abrieras la puerta de una jaula y dejaras que los pájaros salieran volando.

Creo que un elemento clave de este ejercicio es la seguridad del espacio, que ya he mencionado. Todos necesitamos sentirnos seguros, está en nuestro ADN, es una de las necesidades más profundas del ser humano, la pertenencia y la seguridad. Sentir que somos amados y pertenecemos al sistema que habitamos. Necesitamos ser parte de él, sentirnos acogidos. Esa búsqueda esencial está en la raíz de todo lo que hacemos y decimos, de todas nuestras relaciones, nuestros deseos, emociones, y todas las decisiones y acciones que de ellos se derivan. Todas ellas nacen del grito profundo que reclama ser amado. Esperamos que otros lo oigan mientras permanecemos sordos a nuestra propia voz. Escuchar, realmente escuchar, al otro y a una misma, como si el secreto mejor guardado del universo se desvelara en esa escucha, puede ser la experiencia más simple y transformadora que tienes a tu alcance.

!GRACIAS POR TU TIEMPO!

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